Relacion Profesor-Alumno

18.07.2011 02:38

Por la profesora Sonia Martines

Un día puede comenzar con “la desaparición de un lago en la XII Región”, otro con la destrucción de un edificio patrimonial o el cambio climático… no son pocos los hechos noticiosos que se apuntan para comenzar alguna clase de Sonia Martínez en el Complejo Educacional La Reina. Los temas los ponen los alumnos y a Sonia le sirven de trampolín para saltar a las materias requeridas por el programa: “Eso los motiva a desarrollar el pensamiento crítico, que es clave para acercarse a la historia”.

Estudiosa y autoexigente, la educación comenzó a rondar a Sonia Martínez desde que estaba en enseñanza media. Era la década del 70 y ya entonces, por experiencia propia, entendió también que la relación profesor-alumno es clave para obtener buenos resultados de aprendizaje. 

Hoy, con 40 horas semanales dedicadas a enseñar Historia y Geografía en un liceo técnico profesional, Sonia insiste en esas primeras intuiciones pedagógicas. Elegida mejor docente de la comuna el año pasado, combina una buena relación con sus alumnos con la innovación pedagógica, y le va bien:

 -Soy bastante seria y exigente en la sala de clases, pero cuando hay que reírse y pasarlo bien, allí estoy. Si uno concibe a los alumnos en una buena relación, ellos tratan de ponerle empeño y se preocupan de fortalecer los conocimientos que se les entregan.

Profesora jefe de un curso de 49 alumnos de 1º medio Sonia, quien cursa un magíster en Educación con mención en Currículo, se las arregla para conseguir comprensión de los contenidos, a vez que adquisición de valores. Esto, dice, es muy importante en un medio como el que atiende el liceo, donde “muchos niños y jóvenes no tienen con quien conversar".

Todos pueden

Apoyar a los que no aprenden ha sido siempre un desafío para Sonia. Diferentes iniciativas que incluyen trabajo dentro y fuera del aula y consultas después del horario escolar, son parte de su quehacer diario. A ello suma la integración de los padres, en un proceso que no siempre es fácil cuando hay problemas sociales y donde, además, los alumnos provienen de distintos sectores de Santiago atraídos por la especialidad de “mantención de aeronaves” y las posibilidades de práctica para sus alumnos.

Una clase de Sonia siempre busca “motivar y completar contenidos con salidas a terreno donde se aprende mucho más que entre cuatro paredes. Aprovecho los museos para ir a la historia y paisajes como el Cajón del Maipo, para hablar de relieve o  afluentes”.

Pero su experiencia favorita se llama “caseríos arquitectónicos”. Se hace en tercero medio y consiste en un viaje a Valparaíso donde -de acuerdo a una guía de trabajo- los alumnos contrastan vestigios grecorromanos del puerto, fotografía y de vuelta a Santiago lo exponen a toda la comunidad escolar.

A la hora de evaluar, el monitoreo es atento y siempre centrado en el  aprendizaje de los alumnos: 

-Si no logran resultados en las pruebas, los alcanzamos en una salida de terreno o en una disertación. Me interesa que los propios alumnos vayan viendo sus niveles de logro y se den cuenta de qué les falta… entonces se esfuerzan y responden bien.

“Nadie tiene por qué nacer sabiendo, les digo”, asegura la docente. Entonces  si algo no resultó a la primera lo pueden volver a intentar. En el proceso, cuenta, “aparecen habilidades que ni ellos mismos conocían y eso es muy valioso”.